El flujo de sangre puede ser interno o externo. El primer caso se produce por daños a los tejidos u órganos inter­nos, y el segundo por heridas que van de la piel hacia adentro.

Las hemorragias externas son tan peligrosas como sea la pérdi­da de sangre y el tipo de la misma, como ya se ha visto en otro apartado de este libro. Pero cuando es evidente un flujo rápido que no se contiene por sí mismo, es urgente actuar, aplicando un ven­daje para detener el flujo lo más posible; lo ideal es una venda elástica de las que venden en la farmacia, pero en estos casos de urgencia habrá que echar mano de cualquier material que sirva. Antes de intentar el vendaje hay que procurar reducir el flujo de sangre, cerrando la herida con los dedos y presionándola durante unos dos minutos, para propiciar que se produzca una pre cica­trización, en cuanto vemos que la herida se queda pegada unos instantes, procederemos a vendar la zona de una manera firme pero sin apretar tanto que se detenga la circulación. Si el vendaje parece no estar funcionando habrá que localizar la arteria de donde fluye la sangre hacia la herida y presionarla para que deje de irrigar la zona. Una vez localizado el punto en el que la presión produce que la sangre ya no corra hacia la herida, habrá que colocar un “torni­quete” en ese lugar, esto consiste en un material duro, como un pedazo de madera, un lápiz o lo que se adapte a la zona, y colocar­lo en el lugar donde se debe ejercer la presión, de manera que este material sustituye a nuestros dedos; después habrá que vendar la zona junto con el material para producir una presión permanente que detenga la sangre. De esta manera la situación crítica pudiera estar controlada y podemos llevar al perro al veterinario, pero de­bemos poner atención en aflojar el torniquete cada diez minutos y permitir el flujo de sangre unos momentos, pues de otra manera podría producirse la gangrena.

Las orejas del perro son muy sensibles y fácilmente se produ­cen sangrados a causa de pequeñas heridas. En el caso de que el perro se encuentre sangrando de una oreja, habrá que colocar una gasa o algodón sobre la zona afectada y presionar por unos dos minutos, para producir la unión del cartílago e iniciar el proceso de cicatrización, procurando que la cabeza del perro se encuentre hacia arriba para que exista menos irrigación en la oreja afectada.

Si el sangrado procede de una herida en la lengua o cualquier parte de la boca es difícil aplicar una presión directa en un perro consciente, pues él no lo permitirá e incluso puede mordernos. En este caso es preferible mantener baja la cabeza del perro para evi­tar que trague

sangre y llevarlo de inmediato al veterinario, donde seguramente tendrá que ser anestesiado para proceder a su curación.

  • Coloca al perro en una posición adecuada y aplica una gruesa parte de material absorbente a la herida.
  • Cubre firmemente la herida con una venda o el material disponible. Si se moja la gasa, cámbiala por una nueva.
  • Para controlar temporalmente el severo sangrado de la cola, patas delanteras, traseras o cabeza, presiona con los dedos el punto correspondiente.

Si la sangre proviene de la nariz, no se debe apretar las cavida­des nasales o taponearlas, sino humedecer un lienzo con agua muy fría y colocarlo sobre el puente de la nariz lo que pudiera detener la hemorragia porque el frío produce una vasoconstricción; pero puede ser el caso de que la hemorragia proceda de una herida in­terna, en estas condiciones los fomentos de agua fría no servirán y el perro deberá ser atendido profesionalmente.

Si el sangrado es por los ojos, el procedimiento de los lienzos fríos puede ser muy efectivo, pues es muy probable que se trate solamente de ruptura de vasos capilares.

Es muy común que el perro se rompa una uña de raíz, lo que produce un profuso sangrado; sin embargo no se trata de una verda­dera urgencia, por lo que sólo se debe limpiar la herida y vendarla para llevar al perro al veterinario.

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